sábado, 28 de noviembre de 2009

Sábado de limpieza

Como si fuera poco, se largó a llover. Una tormenta hermosa, gorda, intensa. Y encontré, en el restaurant, una mesa bajo un árbol florido.

Techo de hojas y ramas.

Casa.

En las manos, una novela policial. Impecable.

Día de limpieza. Desde el jueves, miércoles tal vez, algunos malestares, de esos sin nombre, me venían insistiendo. Luego de tiempo largo de plenitud, de soles corriendo, aparecieron, pequeñas pero firmes, algunas oscuridades. Las de siempre. Las que tenemos todos. Las que nos hacen humanos.

Hablando de antropología, suelo decir, a veces, que uno de los mayores problemas de la civilización, el progreso, la tecnología, la vida burguesa, es que, en todos los esfuerzos que ahorra, nos priva, silenciosamente, de placeres mínimos, pero vitales, de esos mismos esfuerzos. Descargas, desconexiones, movimientos que se ponen en juego en las actividades domésticas. Cocinar, lavar, barrer, entre otras.

Gestos vitales.

Creo que el movimiento que estas tareas generan es doble. Por un lado, el andar mismo del cuerpo, del poner la mano, los brazos, las piernas, muchos músculos, articulaciones, en acción. Por otro, un movimiento simbólico: no podemos barrer el cuerpo por dentro; por eso, quizás, pasar la escoba por el suelo del cuarto sea la única forma que tenemos de hacer volar basuras, polvos, restos. Y lo mismo con el orden, con el agua que escurre, con el aire que entra y sale.

Esta mañana me quedé solo, por un rato, en el departamento que nos prestaron, en el que estamos viviendo. Importante la soledad, también.

Hacía rato que papeles, ropa, botellas viejas, tazas, libros, frascos, cubiertos, bolsas, se venían acumulando en cualquier lado, formando montones feos, incómodos. Hacía unos días, también, que tenía ropa encerrada en una bolsa, para lavar, esperando que termine una semana ocupada. Y hacía días, también, que el único sillón del monoambiente estaba instalado en un lugar poco cómodo para asillonarse un rato, y cubierto por cosas que perfectamente podían estar en otros lados.

No me levanté, en realidad, con la intención de limpiar ni de ordenar. Como mucho, de lavar unas camisas, unos calzoncillos, un par de medias.

Pero en cuanto me quedé solo, y disco de Fandermole de por medio, fui, sin darme cuenta, encadenando lavado de ropa con orden de papeles, limpieza de vajilla con traslado de sillón, reacomodamiento de libros con decoración de pañuelos colgantes, barrida de suelo con tendido de la cama, y así.

Así. Cuando terminé, era otro. Me di una ducha despaciosa, relajada, y así también me vestí y salí a la calle.

Un rato a la plaza, a tocar la guitarra,. Me reencontré con la partitura de una chacarera de Moscardini, que se me había ido de los dedos y extrañaba. Sonrisa, al galopar en la madera, el bombo sonando mudo, bien adentro.

Con ese ritmo, vuelta a casa: ¡Qué lindo encontrarla así! ¡Ordenada! ¡Limpia!

Dejé la guitarra en casa. En el rincón que había decidido asignarle. Agarré un libro que hoy mismo encontré en la biblioteca del departamento, y salí a buscar un almuerzo. A pocas cuadras, me asomé a una puerta que no prometía. Me asomé, sin embargo. Y, como suele pasar en Cochabamba, tras un pasillo esperaban un patio y, frondoso y desprolijo, algo así como un jardín.

Hallé una mesa debajo de un árbol. Un techo de hojas y ramas. Un árbol florido. Y empecé a comer despacio, adentrándome en la novela.

Empezar un libro no que promete es para mí placer escaso.

Como si fuera poco, se largó a llover. No me importó que la ropa haya quedado afuera, colgada.

5 comentarios:

  1. Sábado relajado. Limpieza por fuera y por dentro.
    Un buen libro en un lugar que invita a leer. Que bueno. Besos porteños de madre

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  2. Hoy Buenos Aires se puso con un lluvia y un cielo gris. Pesado.
    Casi al finalizar el día, cubierto de humedad y nostalgia, leí la entrada.
    Que bien que sienta saber que podes sacudirte algunos malestares, de esos sin nombre, que venían insistiendo.
    Entonces aproveché y me sacudí esa humedad y cielo gris que malestaban también sin nombre.

    Un beso

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  3. Gran palabra,casa
    Linda lectura, acompaña
    Se largó la lluvia, dentro mi casa
    Parece que durará...

    (el Bunker seguro agradece también el cariño y la limpieza)

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  4. hace mucho que no entraba a leerlos.
    hoy barri, limpie, ordene.
    hoy me barri, hoy me limpie y ordene.
    y como hoy lei, para mi sucedio hoy.
    que justo.
    que bello.
    saludos
    marce

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  5. Que lindo que lindo.

    Que lindo el compartir.

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