domingo, 13 de diciembre de 2009

aire de zamba

Este viaje estoy con saudades nuevas. Inopinadas.

Hoy, hace un rato, agarré la guitarra y el folkloreishon. Y me puse a cantar una chacarera santiagueña. Trunca. Una chacarera trunca.

Luego, una zamba.

Muchas veces me emociono cantando, tocando. Sobre todo con el folklore. Pero esta vez tuvo algo distinto. Como extrañando mucho la tierra a la que estaba cantando. Que no es mi tierra. Y sí.

Recién en los últimos dos años conocí un poco más esos lares, el noroeste argentino. Y algo me lo apropié, claro.

Hoy, cantando, me venían muchas imágenes. Y una de ellas, me doy cuenta, muy intensa, de mi abuelo Nacho.

Mendoza, el vino, los cerros, aire abierto. Una melancolía, una melancolía linda. Lo recuerdo escuchando la radio, por la noche, en Las Vegas, Potrerillos, mirando las estrellas.

Justo me acuerdo de él, no creo sea casualidad, hoy día. Ayer se murió Enrique, y con el Lechu estuvimos hablando mucho de él, brindando, abrazándonos.

Mis abuelos varones se murieron los dos, hace bastante. Y también los extraño.

Me vino también una tarde con Eva, en San Lorenzo, Salta, lloviéndose todo el mundo y nosotros cantando La nochera. La música reverberando en cada gota, en el camino solitario.

Una noche en Atamisqui, Santiago, con Luciana y Ionathan.

Salimos a caminar por la tarde al monte, que, tras el huayra, se puso de colores que no existen en ninguna otra parte del mundo. Los grises más lindos tiene ese monte. Cuando volvimos había oscurecido, y, en el patio de tierra estaban con la guitarra cantando chacareras en quichua.

También en la city baires. La hermosura del vino en los ensayos de Lo he visto a Vargas, con mucha gente que ahorita quiero abrazar tanto. Noches largas y cantadas, celebrando la vida por la vida.

Y así, me van andando los recuerdos por adentro. Se mueven, los locos. Con la zamba, en el bombo, todo ese aire para que bailemos con todos y cada uno.

Mirándonos a los ojos, por supuesto

1 comentario:

  1. Se le aparecía en la voz ese sentirse parte. Se la fue metiendo dentro el pecho, comodita en la garganta. Se notaba el cambio, la querencia...
    Que bonito que a tanta distancia, a tanto pago nuevo, haya tiempo para la añoranza de esta tierra...
    Es que pal norte la luna es hechicera.
    Que ella lo acompañe

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